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jueves, 4 de agosto de 2011

¿ESCUCHAMOS REALMENTE AL OTRO?

Entre las dos facetas de la comunicación que son el hablar y el escuchar, se plantea, generalmente que es más importante el hablar. Se cree que el que habla fuerte y claro será siempre bien escuchado.

Cuando se piensa en la comunicación, se cree que lo más importante es el hablar, ya que parece que este acto fuera la parte activa de la comunicación y el escuchar el lado pasivo. Otra forma de verlo, es que el escuchar valida el hablar, ya que si no hay quien escuche, ¿para qué, con qué objeto se habla?

Los seres humanos no poseemos las competencias biológicas para reproducir lo que está fuera de la realidad, decimos lo que decimos y los demás escuchan lo que escuchan, decir y escuchar son fenómenos diferentes.

Además, el oir y el escuchar también son distintos. El oir como fenómeno biológico y el escuchar como fenómeno interpretativo. El oír es la capacidad biológica de distinguir sonidos en nuestra interacción con el medio. De hecho, el oír, al igual que la función de los otros sentidos, está limitado por nuestras competencias biológicas. El escuchar en cambio, tiene su base en el oír, pues es un fenómeno diferente: cuando escuchamos generamos un mundo interpretativo. No sólo escuchamos a partir del habla, sino también a través de la géstica, de la forma de estar en el mundo, que podemos observar en nosotros y en los otros.

Las inquietudes: cuando escuchamos, escuchamos las inquietudes de las personas, escuchamos el porqué las personas hacen las cosas que hacen. Según sea la interpretación que tengamos de la realidad, se nos abren algunas posibilidades y otras se nos cierran. Entonces lo más importante para iniciar nuestro cambio es comenzar a escuchar de un modo efectivo, escuchar de un modo activo, observando a nuestro interlocutor desde una perspectiva integrada, observando sus gestos, su respiración, su color, sus movimientos y por cierto, su hablar.

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