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lunes, 29 de agosto de 2011

La Inteligencia Emocional: qué es y qué comprende


La Inteligencia Emocional es la capacidad de comprender las emociones y conducirlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento, para producir mejores resultados.

Incluye las habilidades de: percibir, juzgar y expresar la emoción con precisión; contactar con los sentimientos o generarlos para facilitar la comprensión de uno mismo o de otra persona; entender las emociones y el conocimiento que de ellas se deriva y regular las mismas para promover el propio crecimiento emocional e intelectual.

La Inteligencia Emocional incluye la Inteligencia Intrapersonal e Inteligencia Interpersonal. La Inteligencia Intrapersonal, se manifiesta en contactar con los propios sentimientos, discernir estos sentimientos y orientar la conducta. La Inteligencia Interpersonal se determina por la capacidad de liderazgo, la aptitud para relacionarse, mantener amistades y solucionar problemas sociales.

Ambas partes de las que está formada la I.E. incluyen una serie de competencias. Las pertenecientes a la Inteligencia Interpersonal, vienen siendo objeto de formación de directivos desde hace años, en cambio, las competencias de la Inteligencia Intrapersonal, como la conciencia de uno mismo, la autorregulación y la automotivación es, de tratamiento novedoso en el campo empresarial, por ello, todavía no se encuentran dentro de los proyectos de formación para directivos, es más estos no están acostumbrados a cuestionarse sus actitudes vitales.

¿Los directivos de hoy se conocen a sí mismos?
La mayoría de los directivos que asisten a un curso de Inteligencia emocional, acuden con la necesidad de mejorar su relación con los demás u optimizar su poder de influencia o persuasión. Sin embargo, no son conscientes de que para poder ser efectivos en este terreno, primero tendrán que conocerse a si mismos y aceptarse. Ignoran que no se conocen. No saben quienes son realmente, se identifican con aquello en lo que están basadas sus creencias, sus valores, fortalezas y debilidades, sin analizar si estas les corresponden realmente o son "importados" desde el exterior y aceptadas por ellos como verdades. Como consecuencia de esto, no se hacen planteamientos en relación a su automotivación, su vida profesional o personal, a no ser que se encuentren ante una situación difícil, ante un problema o ante una crisis. Pero no como algo que debería hacerse de forma natural, de la misma manera que cada día nos ocupamos de ducharnos, vestirnos, comer, etc 

En mi experiencia, en general, cuanto más alto es el puesto del directivo, mayor es el desconocimiento que tiene de sí mismo. ¿Será que no ha tenido la necesidad?, ¿Le ha faltado el tiempo, o le ha sobrado temor, de ahondar en semejantes profundidades?. O es que quizás ha vivido demasiados años en la carrera de conseguir los objetivos empresariales o profesionales, que no le ha dejado tiempo para definir sus propios objetivos vitales. Probablemente lo que le sucede es que ha "valorado" más lo externo que lo interno.

Basándonos en una frase muy conocida "La vida es como un eco, si no te gusta lo que recibes, ten cuidado con lo que emites", resulta importante hacer comprender a estos directivos, que conocerse implica entenderse y entenderse es un primer paso para aceptarse; y que sólo aceptándose pueden empezar a quererse, y quererse a sí mismos, es una condición sine qua non para relacionarse bien con los demás. Sólo quien sabe por qué se siente como se siente, puede manejar sus emociones, moderarlas y ordenarlas de manera consciente.

Trabajadas estas ideas en los seminarios, a su finalización, se dan cuenta que el trabajo que les queda por delante, es una profunda reflexión de quién soy, qué pienso, qué siento, y cómo me comporto. Estas son preguntas básicas a realizar, para que entiendan qué les pasa y por qué les tratan como les tratan y causan el impacto que causan.

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