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jueves, 4 de agosto de 2011

LENGUAJE, EMOCIÓN Y CUERPO

Muchas veces asumimos que nuestra vida es un conjunto de acontecimientos que nos suceden a pesar de nosotros. Que el mundo en el que vivimos: considerando las situaciones relacionadas con la familia, vecinos, amigos, la situación laboral, así como la situación social, es un mundo dado, que me influye y, existe una creencia, que puedo hacer muy pocas cosas para cambiarlo o nada. Esta creencia genera una actitud pasiva frente a la vida personal, frente a las aspiraciones y frente a la dirección que quiero que tenga mi vida.

Esta actitud tiene como creencia que la realidad es única, que lo que yo percibo es la “realidad misma”, y que no puedo modificarla. En la cultura occidental nos hemos manejado con una interpretación acerca de lo que es el “ser”,  del ser humano es decir aquello que lo constituye. Esta concepción considera a éste como un animal racional, así, se considera a la razón como aquello que nos hace humanos. 

Además se concibe al ser humano como un ser que está constituido no sólo por el dominio de la razón o del lenguaje, sino que acompañando a éste, se encuentran los dominios de la emoción y el dominio del cuerpo.

De hecho esta concepción considera que estos dominios preceden y son la base de aplicación de la razón y no al revés como habitualmente suponemos, así toda explicación se da en un espacio emocional, así también, todo fenómeno emotivo se da en una corporalidad determinada.

Para poder aprender debemos romper la coherencia que existe entre las explicaciones, romper la coherencia de nuestra forma de ver el mundo, el problema es que hay mucha fragilidad cuando se rompe la coherencia entre el lenguaje, la emoción y el cuerpo.

Hoy estamos presenciando el emerger de una nueva concepción del ser humano y del ser de las cosas, de la realidad. La interpretación que surge desde la Ontología del Lenguaje considera que todo está en movimiento, nada es inmutable, ni siquiera el ser del ser humano.

Lo que sucede con las explicaciones es que con algunas de ellas tenemos una mayor capacidad de hacer en el mundo, que con otras, en todo caso está claro que las explicaciones son una cosa y los fenómenos a los que se refieren dichas explicaciones, son otra. La explicación no pertenece al fenómeno, le pertenece al que explica, no está en las cosas sino en quien explica.

Ahora bien, la forma de interpretar la realidad que tenemos comienza en nuestras capacidades biológicas para captar la realidad, esto es, por nuestros sentidos. Sólo podemos captar la realidad que nuestros sentidos nos permiten. Cuando comprendemos que toda la realidad que captamos está filtrada por nuestros sentidos, entonces comprendemos que la realidad en sí misma; el “ser de las cosas”, nos es inaccesible, no está en nuestra capacidad

Siempre nuestro observar el mundo es transparente para nosotros; de hecho decimos: el mundo es así como lo vemos y además creemos que nuestra visión es igual para todos los seres humanos, pero la pregunta interesante aquí es ¿qué me hace ser el observador que soy?

No sabemos cómo son las cosas. Sólo sabemos cómo las observamos o como las interpretamos.

1 comentario:

  1. Asi es concuerdo con Don Rafel Echeverria en su Ontología del Lenguaje. Gracias por compartirlo.

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